A veces, las primeras horas del día me muestran instantes mágicos, surrealistas, curiosos... que me apetece compartir. De ocho a ocho y media, escenas que merecen ser captadas, pensadas y compartidas.
Si el sol es capaz de reinventarse cada día, si consigue que no haya dos amaneceres iguales sin faltar nunca a su cita, ¿cómo no vamos a ser nosotros capaces de reinventarnos un par de veces o tres en la vida?