Una vez que no quedan veraneantes, son ellas las que languidecen bajo el cielo, sin importarles que luzca el sol o se forme lo que los marinos llaman la "panza de burra", esas nubes que se acumulan y parece que pesan. Ahí están ellas, poblando la arena; desnudas, vestidas, únicas dueñas de la playa en invierno.
A veces, las primeras horas del día me muestran instantes mágicos, surrealistas, curiosos... que me apetece compartir. De ocho a ocho y media, escenas que merecen ser captadas, pensadas y compartidas.
jueves, 24 de noviembre de 2011
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